Niña pija

Ella tiene ese aire delicado y sucio que tienen las niñas pijas. Sabe hacer que le deseen, y sabe desear. Sabe susurrar en tu oreja qué le va a hacer a cada milímetro de tu sexo, y levantarse para ir a misa. Es remilgada, caprichosa y malcriada, y sólo le cede espacio a aquellos que llevan en su camisa un caballo lo suficientemente grande como para ganarse su atención.

Tú, no entras en su radio de acción, ni tienes un Audi ni sabes agarrar una raqueta de tenis. Si acaso, tienes deudas y los metacarpianos destrozados de jugar a pelota mano...no, no es ninguna metáfora, panda de sucios. Tienes una sonrisa de oreja a oreja y podrías hablar horas y horas de literatura burda y de metafísica barata, tienes una camisa  elegantemente arrugada por los agravios de la noche y un agujero en tu cuenta corriente, no eres ningún vencedor...

Pero te oye de lejos, congregar a las masas ante tus anécdotas, repartir risas, hacer que bellas e inocentes damiselas toquen tu hombro con complicidad...y ya está, quiere lo que otros tienen, quiere que seas suyo. No quiere que las niñas pobres disfruten con muñecos de trapo, más que ella con su Ken. Has ganado la partida, está gritando tu nombre.

Mañana deberás darte cuenta de que ella no quiere tu Celine ni tu Neil Young, o estarás perdido.

1 comentarios:

Aarón Blanco dijo...

Me gusta cuando...


tus textos me hacen reir. Recordar y reir, reir a carcajadas, y escupir en sus caras. Eso último no es una metáfora panda de retrógrados.


Sonrisas